La producción petrolera de Ecuador cae al nivel más bajo en dos décadas, las finanzas públicas se deterioran y la deuda externa se dispara. Según un informe del portal especializado OilPrice.com, el plan de $47.000 millones del presidente Daniel Noboa para reactivar el sector petrolero enfrenta obstáculos estructurales y financieros que podrían agravar la crisis fiscal y energética del país.
Ecuador está al borde de un colapso energético y fiscal. El país, cuya economía depende en gran medida del petróleo, atraviesa una de las crisis más severas de su historia reciente: caída de la producción, infraestructura deteriorada, inseguridad en las zonas de extracción, protestas sociales y un endeudamiento externo que roza niveles insostenibles.
De acuerdo con un análisis de OilPrice.com, que es uno de los portales internacionales más influyentes del sector energético, la producción promedio de crudo en los primeros nueve meses de 2025 fue de 430.542 barriles diarios, y cerrará el año con apenas 465.000 barriles por día, el nivel más bajo desde mediados de los 2000. En contraste, Ecuador producía más de 556.000 barriles diarios en 2014, cuando el país vivía su auge petrolero.
La caída no es solo técnica, sino que es estructural. OilPrice.com señala que la falta de inversión, la corrupción en Petroecuador, los derrames, los conflictos socioambientales y la creciente inseguridad en las zonas petroleras han debilitado el corazón productivo del país.
El impacto sobre las finanzas públicas es directo. El petróleo representa casi el 30% de las exportaciones nacionales, el 7,5% del PIB y un tercio de los ingresos fiscales. Sin embargo, los ingresos petroleros y tributarios ya no alcanzan sino para cubrir el 70% del gasto público.
Para financiar el déficit, el Gobierno ha recurrido a más deuda, lo que ha elevado el endeudamiento público hasta superar los $80.000 millones, equivalentes al 62% del PIB, un nivel que los analistas internacionales consideran crítico.
En ese contexto, el presidente Daniel Noboa lanzó un plan de $47.000 millones para recuperar la producción petrolera, atraer inversión y modernizar la infraestructura energética del país. Pero, según OilPrice.com, este mega plan enfrenta una paradoja: requiere niveles de inversión y estabilidad fiscal que hoy Ecuador no tiene. La combinación de deuda creciente, caída de ingresos, baja credibilidad internacional e inseguridad hace que la propuesta luzca más como un esfuerzo desesperado que como una estrategia sostenible.
“El plan petrolero de Noboa podría ser insostenible y terminar profundizando el déficit fiscal”, advierte OilPrice.com, al señalar que el país parece atrapado en una “espiral descendente” de deuda y pérdida de capacidad productiva.
La trampa de la deuda petrolera con China
A la crisis estructural del sector se suma el peso de una deuda externa heredada y en buena parte de ella respaldada por petróleo. OilPrice.com recuerda que, durante la última década, hasta el 90% de las exportaciones de crudo ecuatoriano llegó a destinarse a China, como forma de pago de préstamos multimillonarios otorgados por los bancos estatales de ese país.
El problema, advierte el informe, es que esos contratos se firmaron en condiciones muy desfavorables para Ecuador: los precios pactados se calcularon mediante fórmulas que daban a las empresas chinas un descuento sustancial respecto al valor de mercado del barril. En la práctica, se vendía petróleo barato, mientras las compañías intermediarias chinas revendían ese crudo en los mercados internacionales a precios más altos, obteniendo grandes beneficios.
resultado fue una pérdida silenciosa de miles de millones de dólares en ingresos fiscales, justo cuando el país más los necesitaba.
En 2022, el entonces presidente Guillermo Lasso logró renegociar cerca de $3.200 millones de esa deuda con el China Development Bank y el Export-Import Bank of China, extendiendo plazos e intereses, y liberando algunos cargamentos que Ecuador pudo vender a precio de mercado. La operación alivió momentáneamente las cuentas públicas, pero no resolvió el fondo del problema: la dependencia estructural del país respecto a China y la reducción progresiva de la producción.
Hoy, con la producción petrolera en descenso y el cierre gradual del bloque 43 del Yasuní, que aporta unos 55.000 barriles diario, Ecuador enfrenta el riesgo de no poder cumplir con los embarques comprometidos para pagar esos préstamos. Si eso ocurre, el impacto sobre los ingresos públicos sería devastador.
“La combinación de menor producción, precios bajos y deuda atada al petróleo deja a Ecuador con cada vez menos margen de maniobra”, concluye OilPrice.com.
Una economía en el filo de la crisis fiscal
Los efectos ya se sienten. El déficit fiscal se proyecta a un 4,4% del PIB hasta finales de 2025, el doble de lo previsto originalmente, y podría subir aún más en 2026, según el exministro de Economía Mauricio Pozo, quien advierte que el desbalance podría llegar a $4.600 millones el próximo año.
Mientras tanto, el Gobierno sigue acudiendo a organismos multilaterales. El Fondo Monetario Internacional (FMI) amplió su línea de crédito a $5.000 millones y ya desembolsó más de $2.000 millones a Ecuador entre 2024 y 2025 últimos años. Sin embargo, los expertos advierten que seguir cubriendo gastos con deuda, sin recuperar la producción y sin diversificar la economía, es una estrategia de corto alcance
Ecuador, concluye OilPrice.com, está “atrapado en una crisis de petróleo y deuda” que amenaza su estabilidad económica y política. Con menos barriles para exportar, menos ingresos fiscales y un endeudamiento que crece , el país enfrenta una pregunta de fondo: ¿Cómo sostener un Estado que depende del petróleo justo cuando el petróleo empieza a agotarse?. (JS)