Fueron los guardias de seguridad que acompañaban al grupo de Anastasia Samsonova los que les dijeron que no iban a ser unas vacaciones típicas en la playa.
En julio, esta trabajadora de recursos humanos de 33 años se convirtió en una de las primeras turistas en alojarse en un nuevo centro vacacional en Corea del Norte, un país en gran parte cerrado al exterior.
Ubicado en una zona exclusiva de la costa este del país, donde el líder norcoreano Kim Jong-un pasó gran parte de su juventud, la Zona Turística Costera de Wonsan Kalma abrió sus puertas el 1 de julio.
Construido cerca de un sitio donde se realizan prueba de misiles, el complejo cuenta con hoteles, restaurantes, centros comerciales y un parque acuático, según los medios estatales.
Pero aunque inicialmente se anunció que estaba abierto a turistas internacionales, hasta ahora solo se ha permitido la entrada a rusos, en grupos organizados por agencias de viajes acreditadas.
Pero aunque inicialmente se anunció que estaba abierto a turistas internacionales, hasta ahora solo se ha permitido la entrada a rusos, en grupos organizados por agencias de viajes acreditadas.
Anastasia viajó allí el mes pasado con otras 14 personas. La visita fue estrictamente controlada, con guías y guardias que los acompañaban y un itinerario fijo del que no se podían desviar sin el permiso de las autoridades norcoreanas.
Ella dice que los guías le dijeron que los guardias eran necesarios para «prevenir situaciones en las que interactuáramos con los lugareños y los asustáramos».
«Cuando caminamos por la calle, ellos (los norcoreanos) nos miraron con gran sorpresa porque el país ha estado cerrado durante mucho tiempo», cuenta Anastasia.
BBC News Rusia se puso en contacto con ella después de buscar en redes sociales las etiquetas geográficas de personas que habían viajado al complejo.
Anastasia cuenta que a su grupo también se le dijo que no fotografiara lugares en construcción y que se esperaba que no usaran ropa reveladora.
Sin embargo, a pesar de las restricciones, dice que disfrutó de «unas vacaciones sin gente» en playas casi vacías con arena blanca.
«Todos los días (la playa) se limpiaba y nivelaba perfectamente. Todo estaba inmaculado», dice.
«Las sillas para recostarse eran absolutamente nuevas, todo impecable. La entrada al mar era muy suave, así que sí, realmente era una muy buena playa».
Desde la pandemia de Covid, el turismo internacional en Corea del Norte había estado en pausa para evitar la propagación del virus.
Pero el año pasado, la república comenzó a permitir que los turistas rusos volvieran a visitarla.
En febrero, también comenzó a recibir turistas de Occidente, incluidos los de países como Australia, Francia, Alemania y el Reino Unido, aunque se detuvieron abruptamente las visitas semanas después, sin ninguna explicación.
Wonsan Kalma ha sido promocionado como una parte clave de las ambiciones de Kim para impulsar el turismo en el país.
Se dice que se inspiró en la ciudad turística española de Benidorm, a donde una delegación norcoreana fue enviada en una misión de investigación en 2017.
Pero los detalles de cómo se construyó el complejo se han estado rodeados de el secretismo, y grupos de derechos humanos han criticado el presunto trato severo hacia los trabajadores involucrados, incluidas denuncias de trabajo forzoso, condiciones duras, largas horas y expulsión de los lugareños de sus hogares.
Semanas después de su apertura, Corea del Norte anunció que a los extranjeros no se les permitía visitar el lugar «temporalmente», excepto los turistas de Rusia, un aliado de la república norcoreana.
Hasta ahora, dos grupos de turistas rusos han visitado el complejo, y otro se encuentra actualmente allí.

